11.12.06

En el Marco de los Festejos del Primer Centenario de la Institución...

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.“CIEN AÑOS DE SERVICIO, JUNTO

A MARÍA DEL CALVARIO, EDUCANDO A LA LUZ DEL AMOR DE LA CRUZ LIBERADORA




El ferrocarril francés donó a las hermanas una casa ubicada en la calle Santiago del Estero entre Rivadavia y 25 de Mayo; estaba dispuesta para un alto jefe del ferrocarril.




Así comenzó a funcionar el antiguo colegio, bajo la dirección de la hermana María Santa Inés. Poco a poco fue prosperando y aumentando el alumnado.

El colegio Nuestra Señora del Calvario fue abierto en la calle Santiago del Estero el viernes 5 de julio de 1907.

Muy pronto el local resulto insuficiente. Desde el segundo año se alquilaban casas vecinas, mientras se compra un terreno “citado en las calles Urquiza, Suipacha, Francia (entonces, San José) y Junín al norte, que todavía no estaba trazada”; en el mismo se levanta el colegio actual inaugurado en 1915. junto con el crecimiento del barrio y nuestra cuidad, crece el colegio Del Calvario. Siendo en el presente una de las más importantes instituciones educativas de Santa Fe.

En 1907, desde Francia, las hermanas de Nuestra Señora del Calvario llegaban al puerto de Buenos Aires, Santa Fe. Sería su último destino, el lugar de la siembra.

El coche se detuvo en una calle no pavimentada, delante de la verja de un chalet de planta baja. Allí las hermanas echarían sus primeras raíces en Santa Fe y en Argentina. El chalet tenía cinco piezas: la más grande sería la Capilla.

Patios y huertas rodeaban las viviendas, repletos de parrales, naranjos y limoneros. La casa era reducida, pero servía para comenzar la misión encomendada.

El hermano Xenofon les comunica que un pequeño grupo de niñas desesperadas requerían educación. quedo convenido que las clases comenzarían a partir del siguiente viernes de julio.

Así es que el 5 de julio todo esta listo para comenzar las clases.

Las alumnas son muy amable y no tienen ningún problema para enseñar a las hermanas el castellano.

100 años en un cumpleaños importante para ver nuestra realidad, revisar, reflexionar y continuar a la luz de las Bienaventuranzas, con esperanza renovada.